...aunque hay veces en que necesito estar sentada...

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viernes, 5 de febrero de 2010

Citas.

Ahora sé que mi madre pensó en mí hasta el final, y sé también que nunca dejará de maravillarme la sutileza con que la defraudada muchacha que aún respiraba entre los pliegues de su inexpresiva vejez actuó para que yo lo supiera. Aquí estoy, compréndeme. Mídeme con la vara de tu propia experiencia, no juzgues la derrota de mi vida con más severidad de la que usarás para juzgar la tuya. (Un calor tan cercano).

Que amantes y borrachos irán a los infiernos no puede ser verdad, creerlo es imposible. Si van a los infiernos amantes y borrachos, quedará el paraíso desierto y despoblado. (Omar Jayyam).

-Estás viva idiota, puedes hacer lo que quieras. ¿Qué es un poco de sufrimiento comparado con eso?
-No puede ser tan fácil.
-¿Y si lo es?

Y, no obstante, aún así, aun sabiendo de antemano todo lo que luego me sucedió, habría corrido a su lado.” (…) “¿Y qué otra mujer, muchacha o adulta, tonta o sabia, no habría hecho lo mismo?” (…) “…Y si me desesperaba era precisamente porque le quería y le necesitaba. ¿Cómo ha de desesperarnos algo que nos resulta indiferente?

El gusto no está en grandezas, sino en ajustar el alma a aquello que se desea (El perro del hortelano).

Así quiero volver a aquella tarde, cuando me agobia la mujer en que me he convertido, para recuperar la calma mayestática que me envolvió en aquellos momentos.

No juzgues la derrota de mi vida con más severidad de la que usarás para juzgar la tuya.

Errar es humano, echarle la culpa a otro es más humano todavía.

"...rezo porque pare el ascensor atrapado contigo..."

Porque, a veces, las cosas cambian. Ya sé que parece imposible, que es increíble, pero, a veces, pasan.

En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío (La lengua de las mariposas).

Cuando la gente está de acuerdo conmigo, siempre siento que debo haberme equivocado.

Pintor que me has pintado en este cuadro vago de la vida, tan bien, que casi parezco verdad; ¡ay, píntame nuevamente y mal, de modo que parezca mentira! (JRJ).

La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en el que el libro habla y el alma contesta. (André Manrois).

Yet come to me in my dreams, that I may live
My very life again though cold and death;
Come back to me in my dreams, that I may give
Pulse for pulse, breath for breath:
Speak low, lean low
As long ago, my love, how long ago.
(CHRISTINA GEORGINA ROSETTI. Echo)

Allí donde comienza el deseo, en el lugar del miedo, donde nada tiene nombre y nada es, sino parece.

Aunque donde el premio es mucho, el atrevimiento es poco (El perro del hortelano).

Y así iba, su alma hacia delante y su cuerpo atrás, como la seda de una bandera ondeada por el viento.

Y sólo con mirarle a los ojos supo que mentía, que escondía algo tan profudamente que se le notaba al andar mientras se alejaba... y ambos lo sabían.

Donde las paredes oyen hasta las puertas tienen lengua (El perro del hortelano).

"Contéstale que sí -le dijo-. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no". (El amor en los tiempos del cólera).

Sólo dios sabe cuánto te quise. (El amor en los tiempos del cólera).

"... y uno aprende, que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores..."

El amor pertenece a sí mismo, sordo a las súplicas, inmutable ante la violencia. El amor
no es cosa que se pueda negociar. El amor es lo único más fuerte que el deseo, la única razón
justa para resistir a la tentación.
(JEANETTE WINTERSON. Escrito en el cuerpo)

Las estatuas no siguen todas el mismo principio, no todas son del mismo género, del mismo estilo o sólo de una materia. Sin embargo, expresan de manera muy pura el típico anhelo helénico de venerar a los dioses con lo más bello que hay en la tierra: con sustancias nítidas, con figuras de forma humana y con las más perfectas obras de arte... (Máximo de Tiro. SII d.C.)

En este momento tengo veintiocho años en la mesa del despacho y un residuo de meses en el cenicero de plata...

Como afirmó Nietzsche, "lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podré creer en ti".

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